¿Estás seguro?.  Ya se acabaron los tiempos en los que se afirmaba que el talento musical es algo con lo que se nace. Se decía: ‘ el talento se tiene ó no se tiene pero no se hace’.

– ¡Sí, claro!, y me dirás que un cubano, una brasileña o un gitano tienen el mismo sentido del ritmo o el mismo talento para la música que yo.

Como sujeto si, como parte de una comunidad no. Me explicaré. Un niño gitano o un niño cubano que nacen y viven en un ambiente donde la música y su práctica son parte de lo cotidiano, se impregnarán de lo que vean en sus mayores.  Un niño, como yo, nacido en un ambiente familiar sin ningún antecedente musical – ni siquiera tuve una tía lejana llamada Cecilia – lo tiene un poco más complicado.


Juegos y Rondas infantiles

El sentido del ritmo se educa, y su aprendizaje es un proceso que está íntimamente relacionado con el desarrollo del esquema corporal y con la inteligencia.  El ritmo supone una capacidad de precisión en la coordinación y es trascendental, entre otros, en la formación y estructuración del lenguaje.

Además, a través del ritmo consciente tenemos una puerta de acceso para llegar a gestionar nuestras propias emociones, podemos controlar la respiración, en el pulso cardíaco, nuestro estado de ánimo…

– ¡Bonito rollo!, ¡Vale, me lo creo!, ¿pero como se aprende?, no por mí, sino por mis hijos,

La dificultad es que, en la mayoría de las ocasiones, lo que transmitimos a nuestros alumnos no es ritmo sino métrica. Estamos especilizados en unos procesos más analíticos y matemáticos que en experiencias de vivencia musical. Profesores y educadores enseñamos a distinguir figuras, compases, acentos, pulsos, sincopas, e incluso introducimos originales juegos en grupo creyendo que estamos transmitiendo una vivencia rítmica.

– ¡No entiendo nada!. ¿pero yo que puedo hacer con mis hijos?

Apréndete esta fórmula:

COORDINACIÓN + A TEMPO = SENTIDO DEL RITMO

Lo  primero, hay que potenciar  la coordinación. El sentido del ritmo se desarrollará después, cuando tengamos un esquema corporal a través del cual podamos exteriorizar nuestro pulso interno.

En resumen, y mucho más fácil. Utiliza como recurso didáctico cualquier  juego infantil de palabras, trabalenguas, rondas infantiles, juegos de suerte, juegos de mesa…  e introduce algún movimiento repetitivo, a modo de obstinato (ej. mover la cabeza, levantar los brazos, saltar en un momento dado) y finalmente súmale un patrón rítmico (ej. tocar palmas, golpear con una cuchara en la mesa, realizar una secuencia de percusión con los dados y el cubilete). Descubrirás que el desarrollo musical del niño es un proceso de enseñanza aprendizaje en el que padres y educadores caminamos juntos.

Ah!. Y no olvides botar la pelota o saltar a la comba pero cantando y contando. Así los convertirás en ejercicios rítmicos, en juegos de educación musical muy divertidos.

Santiago Sáenz